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El Vibrador y
consolador de Deidre |
Me llamo Deidre, tengo diecinueve años, pelo rubio,
ojos azules, una figura de 91- 68-91, peso cincuenta y ocho kilos y soy
bisexual, aunque sólo he estado una vez con una mujer.
Te voy a contar mi relato erotico y mis fantasias
sexuales desde que era una ardiente
colegiala estudiante.
Me masturbo desde
los once años, cuando descubrí el placer de darme largas
duchas, con el vibrador de mi madre. En cuanto a mi educación,
mamá y papá se divorciaron cuando yo tenía diez
u once años. No lo recuerdo muy bien, pero eran de mente bastante
abierta. He estado saliendo y tomando drogas desde los doce años.
El sexo nunca fue un tema tabú en casa. Me enteré de aquello
de las flores y las abejas cuando tenía seis o siete años,
cuando mamá se lo explicaba a mi hermana mayor. Aprendí gran
parte del resto en la colección de revistas de papá, como
Playboy, Penthouse, etc., que leía siempre que podía. Cuando
cumplí los quince años, mamá y yo empezamos a hablar
de sexo. Quiero decir que hablábamos de distintas cosas que se
podían hacer y formas distintas de hacerlo, desde la relación
de pareja heterosexual a la relación lesbiana o a los tríos.
Y he tenido muchas fantasías. |
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El consolador mi juguete erotico |
En realidad, no empecé a
tener fantasias
sexuales muy detalladas hasta que mi primer marido me escribió una.
Yo le contesté, y desde entonces he tenido muchas y
muy variadas fantasías. A mi actual marido le gusta
oír mis pensamientos
eróticos, pero sólo hemos llevado a la práctica
dos de ellos.
Una vez incorporamos a otro hombre, y en otra ocasión,
a otra mujer. Pero el tipo no reaccionó del modo que yo esperaba.
Verás, yo tengo una fantasía en la que Mark se la
está chupando
o está follando con otro tío, y otra en la que se
la chupa o le folla otro tío.
Pero ninguna de estas fantasías
se ha hecho realidad. Él dice que es más natural que
yo esté con
otra mujer, y no que él esté con otro hombre. Pero yo
no veo la diferencia. En cualquier caso, mi fantasía sexual
preferida es ésta: |
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Hay una cantante llamada Tiffany (supongo que a estas
alturas habrás oído hablar de ella), y la primera vez que
Mark la ve, la desea con lascivia. Hace poco le escribí una carta
contándole que me gustaría que nos lo montáramos
para poder estar juntas ella y yo y darle un espectáculo, mientras él
se esconde en el armario para que ella no sepa que está allí.
Así es como se desarrolla la historia en mi cabeza: Mark
me ha traído un «juguete» nuevo, uno de esos
que vibran, giran y demás, un consolador.
Yo ya tengo una
colección
entera de juguetes eroticos, vibradores,
grandes, pequeños, de dos cabezas... Mark está en
el armario, desde donde goza de una visión perfecta del sillón
donde la cantante y yo actuaremos para él. Mark tiene un
vídeo
y dos cintas, una sobre dos chicas que comparten apartamento con
un tío
y otra sobre dos chicas a las que sus novios habían dejado
plantadas.
Tiffany todavía no ha llegado, pero yo pongo la
cinta de las compañeras
de piso y cojo mi vibrador, mientras me pongo a ver
cómo
una despampanante oriental devora a una deliciosa rubia de la cabeza
a los pies.
Ver cómo se lo chupa a la rubia me pone tan mojada
y caliente, que empiezo a frotarme el coño. Meto dos dedos en mis
jugos y me los chupo mientras miro a Mark, que está escondido
en el armario. Le encanta ver cómo lamo mis propios jugos.
Entonces cojo mi consolador nuevo y me pongo a gatas, con el culo
en pompa en dirección a Mark.
Unto de aceite el consolador
y me meto la punta vibrante en el culo. Lo voy metiendo, muy poco
a poco, y luego empiezo a meterlo y sacarlo, dejando que Mark lo vea
desaparecer en las profundidades de mi culo. |
Me doy la vuelta y abro bien las piernas, y mientras
el consolador me zumba en el culo, me abro los labios empapados
y dejo que Mark vea cómo me hundo dos dedos en el coño, mientras
me acaricio el clítoris.
Justo cuando estoy a punto de llegar a un tremendo orgasmo,
suena el timbre. Sé que es Tiffany, y tengo que dejar lo
que estoy haciendo para que no sospeche nada. Entra y me pregunta
qué hago.
Yo contesto: «Me disponía a probar mi nuevo juguete.» «¿Qué juguete?» Le
enseño el vibrador. «¿Quieres probarlo tú también?
Te lo pondré a ti primero.» Dice que vale, y nos sentamos
en el sofá y vemos cómo las dos chicas follan con
un consolador doble.
A medida que pasa el tiempo nos ponemos más
y más
calientes. Me arrodillo frente a ella, le desabrocho la blusa y
la falda y se las quito. Se queda en lenceria
sexy, sostén
de encaje y tanga.
Le beso suavemente los labios y le acaricio el
pecho y el vientre. Le beso la oreja y el cuello y los hombros,
bajando lentamente hacia el pecho. Le desabrocho el sostén
y dejo al descubierto sus pechos firmes y sus erectos pezones.
Atrapo
uno con la boca, lo acaricio con los dientes y paso la lengua por
la punta, mientras con la mano le acaricio el otro pecho. Luego
bajo hasta sus pies, y se los beso y le chupo los dedos. La acaricio
con la cara y le beso la parte interior de los muslos.
Ella se agita
y alza el culo, intentando que le bese el coño. Muy suavemente,
le quito las bragas y la coloco en el borde del sillón. Meto
los pulgares por su hendidura y le abro los labios interiores, dejando
al descubierto su jugosa humedad rosácea para que Mark la
disfrute. Le acaricio los labios con la punta de la lengua, y luego
la lamo con toda la lengua empezando por el culo y los labios, hasta
llegar al clítoris
hinchado. Lo bordeo con lentos círculos y luego lo atrapo
con la boca, acariciándolo y chupándolo suave pero
firmemente, tal como a mí me gusta que me coman.
Entonces
empiezo a acariciarle con los dedos los labios y el culo, y pronto
enrosca las piernas en torno a mi cabeza y me suplica que la folie
con el vibrador nuevo.
Yo meto dos dedos en la entrada de su agujero del amor, sólo
lo justo para que me suplique más. «¡Por favor!
No te pares. ¡Follame,
por favor!» |
Le meto más los dedos y ella alza las caderas
para responder a mi ritmo. Sigo acariciándole el clítoris
con la boca, y ella se corre en mi cara y mi mano con un «¡ohhh...».
Pero yo no me detengo. Sigo metiéndole el dedo y chupándola,
y pronto está a punto de correrse otra vez. Pero justo cuando
va a alcanzar el orgasmo, me detengo un momento. Sólo un
instante para cojer mi consolador y meterle
la punta. Ella arquea la espalda pidiendo más, pero yo le
digo que se tumbe y se relaje, y luego, lentamente, centímetro
a centímetro,
lo introduzco en su túnel hasta el fondo. Lamo los jugos
de los labios del coño y vuelvo a subir hacia la oreja. Le pongo
los dedos en la boca para que saboree su propio jugo. «¿Te
gusta tener el vibrador dentro?» «¡Sí! ¡Oh,
sí! ¡No pares, por favor!» «Espera y verás
qué otras cosas puede hacer.» Entonces conecto el vibrador y
ella grita de placer. «Tú relájate. Aún
hay más. Relájate y disfruta.» Vuelvo a arrodillarme
y empiezo a chuparle de nuevo el clítoris mientras la folio
con el consolador. Cuando empieza a agitarse,
ya a punto de correrse, pongo el vibrador a la potencia máxima.
Ahora ella tiene dentro una «polla» que vibra y gira
y entra y sale de su jugoso coño, mientras con la boca le sigo lamiendo
el clítoris. «¡Oh,
Dios mío! ¡Es maravilloso que te follen y te chupen
a la vez! ¡Porfavor! ¡Porfavor! ¡Note pares !» Y
yo no me paro. Voy aumentando lentamente la presión y el
ritmo, y ella grita: «¡Más fuerte! ¡Más
deprisa! ¡Oh,
Dios, follame! ¡Por favor! ¡Quiero correrme. |
Yo la follo y le chupo el clítoris con toda
mi alma, y al mismo tiempo me acaricio el coño con un dedo.
De pronto, empieza a dar botes y, apretando el coño contra el consolador y
contra mi cara, grita: «¡Me estoy corriendo! ¡Oh,
Dios! ¡Me corro!» Y
yo me corro en mi mano con sólo oírla y sentir sus
jugos. Descansamos un momento y luego la mando al dormitorio a buscar
otros juguetes eroticos que
podamos utilizar.
Mientras tanto, lío un porro, y cuando
vuelve le propongo ir a la cocina para que Mark pueda salir un rato.
Cuando volvemos, pongo la cinta de las chicas a las que habían
plantado y enciendo el porro. Nos relajamos y hablamos, y cuando
terminamos de fumar ella dice: «¿Y para qué necesitamos
a un tío?
Tenemos esto.» Y saca mi consolador doble. Me hace reclinarme
en el sillón y me quita la bata. Luego se sienta y me acaricia
los pechos y el vientre, y me toca ligeramente el pubis. Se inclina
y me besa el pecho derecho, pasando la lengua por el pezón
antes de metérselo en la boca. Después sube hacia
el cuello y las orejas y me susurra: «Voy a darte un orgasmo
que no olvidarás
nunca.» Y vuelve a bajar a mi vientre. Me chupa el borde del
pubis hasta la parte interior de los muslos. Yo abro las piernas
ansiosamente. Pero ella va muy despacio, besando mi suave piel hasta
llegar por fin a mi hendidura.
Abre los labios con la lengua y me
chupa y acaricia el clítoris con los dientes, mientras mete
el dedo en mi ardiente agujero. Está un rato lamiendo, chupándome
y metiéndome
el dedo, y a veces metiéndome la lengua profundamente, mientras
me acaricia el ojete.
Luego coge el consolador y me lo mete hasta
el fondo, dejando que vibre y gire dentro de mí, mientras
vuelve a acariciar con la boca mi lugar secreto. Y, desde luego,
sabe cómo
besarme. Supongo que una mujer siempre lo sabe. |
Pronto le suplico que me folle, que me folle con
fuerza, que me folle deprisa, que me folle bien hondo, y entonces
me corro en su mano y su cara. Pero ella no se detiene. Saca el
consolador y comienza a jugar de nuevo con mi ojete.
Lo chupa y
lo acaricia, metiéndome
suavemente el dedo corazón, abriéndolo para no hacerme
daño. Luego unta de aceite el consolador doble y me lo mete
lentamente en el prieto agujero, sólo la cabeza, deteniéndose
para que mis músculos se acostumbren al ensanchamiento. Me
acaricia el coño con la mano libre, mientras me mete el consolador más
adentro. Luego se mete el otro extremo en el coño, y nuestros clítoris
se frotan y sus pechos presionan los míos mientras nos besamos.
Entonces nos ponemos a gatas, y yo veo a Mark en el armario. «¿Qué te
parece?», le susurro. El responde abriendo un poco la puerta
para que yo le vea acariciarse la polla palpitante y erecta, que
está escarlata
por la presión de la eyaculación que se le está formando
en los testículos. Yo empiezo a acariciar con un dedo el
clítoris
de Tiffany, y en ese momento Mark lanza espesas descargas blancas.
Y al verlo, sabiendo que lo que lo ha provocado es el verme con
Tiffany, me corro como no me he corrido nunca, y eso enloquece a
Tiffany, que se corre también al mismo tiempo que nosotros,
con una felicidad delirante. Tiffany y yo nos vamos a dormir, y
Mark sale para llamar por teléfono y decir que va para casa.
Nos vestimos, y cuando Mark llega, ella no sospecha nada. Pero Mark
y yo sí lo sabemos, y
siempre nos alegraremos de que venga de «visita» para
experimentar con mis juguetes
eroticos. Me gustaría de verdad
estar con esta chica y hacer estas cosas, y no necesariamente con
Mark mirando. |
Nosotros
no te haremos feliz, pero te ayudaremos que lo seas. |
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